Sereira:
La mano de la diosa
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Sereira: La mano de la diosa / Elturiferario ©

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CAPITULO XIX

Interludio; aclaraciones confusas

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(Del gr. κατλυσις, disolución, acabamiento). Transformación química motivada por sustancias que no se alteran en el curso de la reacción.

Cuerpo capaz de producir la transformación catalítica.
(...)
catoptromancia o catoptromancía.(Del gr. κτοπτρον, espejo, y -mancia).1. f. Arte supuesto de adivinar por medio del espejo.
(...)
Me aburrí de buscar palabras en el diccionario para embrollar a mis lectores. (¿Practicaba Ginger la catoptromancia?) Tenía la cabeza en otra cosa. Oí  por la ventana que llovía, y decidí pasear bajo la lluvia.
Mientras lo hacía, sin rumbo, evitando los lugares donde pudiera ser reconocido, rememoraba, traída por Gema, la escena almacenada en mi subconsciente, con Ángel, Marta, mi indiscreción inoportuna...
De Eugène y Gema. De la marca...
Había, tenía que haber un factor común a las diversas ocasiones que yo relacionaba por su causa pero que no terminaba de captar. Y a la vez, me negaba a descifrar el enigma. Deseaba divagar...
No cesaba del todo la lluvia, asumible, refrescante.
El día había sido largo, cercano el solsticio, y sólo a la caída del sol una sorpresiva tormenta (olor a ozono en el ambiente) había interrumpido una jornada en que el sol había siempre destacado sobre el cielo límpido, y las tormentosas nubes traicioneras aparecieron al atardecer, sin aviso previo. Tras una corta y torrencial lluvia que limpió el ambiente y agradecieron las plantas -y que me despertó de mis ensoñaciones-, la tormenta derivó en un extraño calabobos, ajeno visitante en estas tierras castellanas.
Ya entrada la noche, la luna creciente destacaba, inmensa, entre ralos jirones de nubes, que dejaban caer mansamente una llovizna leve, pero constante.
Orvallaba.
Volvía a casa paseando por uno de los abundantes parques de Aranjuez, evitando el asfalto, atajando en distancia -atravesando en diagonal-, pero despacio, mirando al suelo, como si me preocupara por la limpieza de mis mocasines, jugando a ratos, como de niño, con la arena, las hojas y el barro.
Me recordaba mi niñez, porque  la sensación que me invadía con respecto a los acontecimientos que habían irrumpido en la estabilidad de mi vida estas últimas semanas tendía a lo infantil. Mi actitud resultaba infantil, y mis aventuras eran las de un niño grande. El mundo, todas las personas y cosas, las veía como a través de un prisma que lo tintara todo con los tonos de la infancia. Enfantilage...
Otra vez Eugène. También es cierto que prefería pensar que todo era un juego...
En el exterior de mi mente afiebrada, sobre las ramas de los árboles, aún no vestidos del todo de hojas, las farolas delinean sobre las ramas desnudas y húmedas fractales de tela de araña conformadas en brillos móviles al ritmo de mi paso lento, arrastrado: Cada copa, una maraña de reflejos ordenada hacia un centro oscuro y desplazado de su posición lógica, en forma de cono irregular, variando su orden, su volumen y su orientación a cada paso mío.
Un camino insospechado entre el aparente caos.
¿Un camino hacia dónde?
¿Y en el centro, qué?
¿Jugamos a...(te plaît jouer...)?
Vuelvo a mirar al suelo, con visión desenfocada, y sobre el fondo negro de un charco que al cesar un instante la lluvia se convierte en espejo mágico, dibujo un rostro.
Éste se diluye en las ondas concéntricas que forma una gota de orvallo que se desliza desde las hojas empapadas, y se transmuta en otro, y éste -otra gota-  en otro más; y cada uno con ciertas cualidades que yo distingo y enumero, cualidades estéticas, sin duda, y cualidades morales, actitudes, aptitudes...
En otras ocasiones, este método de reflexión me había dado resultado. A menudo estos retratos antiguos -otros recientes-, me suministran la clave de la trama que luego plasmo en el papel. Leve reflejo de lo imaginado, pero suficiente a veces.
(Ahora, en este instante, soy consciente de que mi escenario mental ha cambiado; lo he cambiado yo, intencionadamente.
He cambiado el paseo marítimo de O Grove, el puerto pesquero, el rumor del mar -la isla de A Toxa al fondo-, los plátanos achaparrados y la primavera húmeda, brumosa, céltica: Imágenes sobre fondos de niebla, las débiles luces intentando, inútilmente, atravesar tan tupida capa: Contrapuestos a la lluvia gruesa de Castilla, su sol de justicia, su cielo límpido, sus noches calurosas.
Pero evidentemente he sido perseguido hasta aquí por un aura marina. Este leve e inopinado orvallo parecía escapado de aquellas tierras.
El cambio de escenario sin duda influía en el resultado, pero era consciente de que esta influencia era limitada: Los factores que me están influyendo no son ambientales).
Predominan en los dibujos sobre las ondas los retratos recientes, muy recientes.
Sólo algún clásico de mi corta historia sentimental sobrevive difuso, mate.
En cambio, Eugène se dibuja perfilada, nítida y detallada, mientras Gema no consigue librarse de su expresión burlona, desagradable en cierto sentido, levemente agresiva; y Mila, era algo especial, dulce, porque es un rostro sin alma -con el alma de Ginger-, y su rostro en mi interior cambia a conveniencia, de forma que tan sólo queda a veces el brillo de sus ojos negros, otras una sonrisa, otras no es su cara, en absoluto, sin dejar de ser ella, de alguna forma que no intento explicarme, como si su cuerpo y su vida fueran un barniz que ocultara otro cuerpo y otra vida.
Mila...
(...)
La encontré llegando a mi apartamento. No recuerdo si saqué yo el tema, que sin duda tenía presente, o ella adivinó mis pensamientos.
Eugène estaba extrañamente didáctica y mi atención, nada fingida, pretendía aprovechar la oportunidad.
Ella parecía querer justificarse por algo que aún no había sucedido...
(...)
Cuando abordamos a Mila, no tenía ella conciencia de sus capacidades.
Digamos que no nos conocíamos.
Has podido comprobar, personalmente, cómo funciona lo que tú llamas telepatía.
El método, en realidad, transmite ideas completas a la velocidad de la luz, por lo que la comunicación es fluida, casi instantánea.
En los casos en que existe una cierta predisposición, el entendimiento es inmediato: Mila es uno de estos casos.
Por eso prácticamente no hay transición entre la antigua y la nueva persona: De inmediato comprendió nuestro objetivo, y la parte que en él ella tenía como misión.
El entrenamiento se reduce a cuestiones prácticas, enfocado a cómo comportarse de cara a la sociedad cercana, lo que no suele dar muchos problemas.
El hecho de que tú conocieras una Mila anterior produce sólo un pequeño desfase, que se corrige sólo; con el tiempo.
Por otro lado, tu caso no es habitual; tu forma de entrar en el proyecto es irregular, y responde a unas necesidades.
¿Cuál había sido mi “entrenamiento?¿Cuál mi misión?
En este punto, y como restándole importancia, cambió de tercio sin solución de continuidad.
Decidió que prefería contarme un cuento, en la oscuridad de mi habitación, de mi cama...


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Juan Antonio Pizarro Martín ©