No recuerdo si eran los congrios
o las morenas: su hembra
sufría una osteoporosis galopante inmediatamente
después de dar a luz a
su única cría, muriendo en poco tiempo por falta
de reservas.
Desgraciada situación, que me hace apreciar las grasas
acumuladas en mi
culo, en mis muslos, que me dan algo más de
autonomía. Que me parecen
tan antiestéticos. Y que poseen tanto valor
práctico.
Difícil de explicar
a un hombre, esta ambivalencia de lo que ellos consideran encantos o
defectos, según la evolución.
(…)
Eugène
La historia de
Eugène.
Cuando acabó la
secundaria en Burdeos, lo único decidido era acudir a La
Sorbona.
Su padre lo tenía
claro, a pesar de que el no haber tenido más que
estudios muy primarios, no le había impedido triunfar en la
vida.
Pero él respetaba mucho la cultura, le producía
una cierta envidia y
escuchaba con deleite los poemas que su mujer le susurraba. Ella
sólo
había alcanzado esa formación
artística que se asignaba a las mujeres,
y aunque probó en la universidad, en lugar de un
título obtuvo un
marido al que adoraba; y él la correspondía.
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