Lo anoto ahora, aunque
sé que al tratar de darle coherencia, falsearé
algo.
Será
difícil encontrar coherencia, sin embargo.
Lo que recuerdo como principio:
Bajo el agua, el mar, a gran profundidad.
El agua no es azul, ni verde,
sino de un tono rojizo apagado.
Nado acompañada de
sirenas; dos.
Sé que son sirenas,
pero sin imagen, sin descripción que pueda aportar; no hay
rastro en mi mente de su forma, pero sé que lo son.
Distingo diferentes caracteres
personales en ellas.
Me hablaban en un lenguaje que
yo entendía, pero que ya no recuerdo. Me estaban contando
una historia, una serie de sucesos que yo debía conocer.
Sus formas
translúcidas me inspiran confianza y simpatía.
Al dar por terminado el relato,
me guían y acompañan hacia las profundidades
abisales, donde un vórtice anaranjado, en continuo giro
absorbente, tras su despedida, me arrastra hasta depositarme sobre mi
cama, donde lógicamente desperté.
Tenían nombres, que
no recuerdo, pero que de alguna forma me resultaban conocidos.
Al despertar, tuve la
convicción de que lo que me explicaron era importante,
aunque no recuerde el más mínimo detalle.
Puedo anotarlo como un
sueño absurdo más.
Tenía el tubo
agarrado sobre mis pechos. Mientras lo tuve, la sensación
fue de realidad.
Al devolverlo a la mesilla, al salir a la calle hacia la universidad,
el sueño va derivando en fantasía para estudio de
un psicólogo.
|